
Si no sabes caminar en taco- nes, entonces aprende. Tira los hombros hacia atrás y hacia abajo y empuja las caderas levemente hacia adelante. Apo- ya tu peso en el tercio anterior del pie y no en el talón. En cada paso levanta el pie a una distancia prudente del suelo y colócalo frente del pie de apoyo. Los dedos del pie de- ben apuntar hacia adelante y las yemas describir un zigzag. Levanta las piernas casi como un caballo al trotar. Tus tobillos no deben chocar jamás. Asegúrate de mover las caderas más de lo usual, pero sin balancear los hombros, y no exageres el movimiento de los brazos. Al final de la pasarela, pon el pie izquierdo frente a ti, gira los hombros y la cabeza hacia un costado mirando a la audiencia por encima de tu hombro y pon el brazo sobre tu cadera. Voltea el rostro, recoge el pie y camina de regreso por la pasarela. Debes ser capaz de equilibrar dos libros sobre tu cabeza.
Ese extracto, adaptado de WikiHow, que evoca las Instrucciones de Julio Cortázar, confirma las destrezas que los humanos han alcanzado durante su evolución para caminar erguidos en dos extremidades.
Más que un gran cerebro, lo que distingue a las personas de sus parientes más cercanos los chimpancés, gorilas y orangutanes, es su modo de locomoción. Aunque esos primates pueden practicar el bipedismo transitoriamente, nunca serían capaces de las destrezas que los erguidos humanos ejercen en los desfiles de modas.
Es probable que hubiesen podido desfilar en las pasarelas otros homininos ya extintos, como Homo habilis y Australopithecus afarensis e incluso algunos que se remontan a más de 6 millones de años, como Orrorin tugenensis y Sahelanthropus tchadensis, con un cerebro cercano al tamaño del de un chimpancé. Efectivamente, esos ancestros caminaban erectos en sus dos piernas, lo que implica que el bipedismo es previo al desarrollo de un cerebro grande y de la inteligencia humana.
Para lograr la marcha erecta, los humanos han sufrido varias modificaciones con respecto a los simios. Por ejemplo, en los simios, el foramen magnum –orificio en la base del cráneo que se une con la columna vertebral‒ se ubica en la parte posterior del cráneo, mientras que, en los humanos, se desplazó hacia la base del cráneo. Eso causó que la columna vertebral se irguiera casi 90 grados, con una curvatura que amortigua y permite soportar el peso de la enorme cabeza humana desde una pelvis ancha en forma de vasija que sostiene al abdomen. Al mismo tiempo, las piernas se han robustecido, el fémur se ha inclinado hacia adentro permitiendo caminar sin necesidad de girar el cuerpo, y la articulación de la rodilla se ha vuelto casi omnidireccional. Así, el centro de gravedad se sitúa encima de los pies, los que se han alargado, particularmente en el talón. Además, el tamaño de los dedos del pie se redujo y brotó un ridículo dedo gordo no oponible sin facultad prensil, pero vital para mantener la posición erecta y el equilibrio durante la marcha, la que puede persistir durante muchas horas.
Las mujeres y los hombres caminan de modo diferente. Los hombres tienden a balancearse de lado a lado, dar pasos más largos, andar con las piernas separadas y mover más los brazos y hombros. Por el contrario, las mujeres tienden a dar pasos más cortos, a mantener sus piernas juntas y a mover menos sus brazos. Aunque esto se traduce en menos movimiento lateral, aumenta la oscilación de arriba a abajo y el contoneo de las caderas. Esto se debe en parte a que las mujeres tienen mayor oblicuidad pélvica, diseñada para el parto, y un centro de masa más abajo que el de ellos. Este rasgo confiere mayor estabilidad y equilibrio a las mujeres.
La posición erecta ha inducido que la pelvis se ensanche para permitir el parto humano, el cual es ventral acodado ya que existe casi un ángulo recto entre la cavidad abdominal y la vagina. En el pubis de la mujer, la vagina es casi frontal. Estas modificaciones, además de permitir el paso de un feto cabezón durante el parto, han provocado una disminución en la velocidad de carrera en relación con los cuadrúpedos. En otros mamíferos, el llamado canal del parto es muy breve, pero en la mujer es prolongado y sinuoso, lo que dificulta el alumbramiento. Lo anterior causa que las crías nazcan “prematuras”, un rasgo central en la conservación del estadio juvenil de los humanos (la “neotenia”).
Al contrario de otros mamíferos, la sexualidad humana ha sido impactada por la posición erecta. Además de que la actividad sexual de los humanos no se enmarca dentro de un periodo definido, el cuerpo desnudo y erguido expone de manera franca y frontal casi todos los símbolos sexuales. Estudios hechos en la Universidad de Bretaña del Sur (Francia), han demostrado que durante la ovulación las mujeres caminan más lentamente y con mayor cadencia, lo que se interpreta como una señal sexual. Este comportamiento tiende a incrementarse en presencia de un hombre que las atrae. Por otro lado, los hombres tienden a erguirse y balancearse más cuando quieren impresionar a una mujer.
Cara Wall-Scheffler, profesora de biología en la Universidad de Seattle, demostró que, cuando un hombre camina junto a su pareja, él anda más despacio y con pasos más cortos ajustándose al ritmo y al donaire de ella. Por el contrario, si un hombre sólo camina con una amiga, no disminuye el paso; si marcha con otro hombre, ambos aceleran y dan zancadas más largas. Cuando dos mujeres caminan juntas, ambas reducen la velocidad. Esta es la empatía durante la bipedestación.
Una consecuencia del bipedismo son las caídas. En general, los humanos se caen tres veces más que los cuadrúpedos. Por otro lado, estudios hechos en los Estados Unidos y Europa indican que las mujeres menores de 60 años se caen más frecuentemente que los hombres de la misma edad. No se descarta que el mayor número de caídas en mujeres se deba en parte al calzado (¿han intentado caminar en tacones altos sobre un empedrado?).
Sin embargo, las investigaciones de Pietro Scaglioni, en la Universidad de Costa Rica, han demostrado que, después de los 65 años, la proporción de caídas entre ambos sexos es parecida (cerca del 36%). Las mujeres se lesionan más, quizá debido a que son más propensas a la osteoporosis. Esto no es trivial ya que las caídas son una de las principales causas de lesiones y muerte entre los “ciudadanos de oro” (mayores de 65 años).
No se sabe cuáles razones selectivas promovieron la bipedestación. Charles Darwin supuso que el bipedismo favoreció la liberación de las manos para realizar múltiples labores, como cargar críos, la recolección de alimentos, y la utilización de herramientas y su eventual fabricación. Además, las manos liberadas pudieron favorecer la comunicación y cooperar en la sexualidad humana. Otras propuestas alegan que la posición erecta surgió cuando los bosques se redujeron y dieron lugar a la sabana permitiendo un desplazamiento energético más favorable. En apoyo a esta hipótesis se sabe el cuerpo desnudo de los humanos transpira más eficientemente, la posición erecta minimiza la cantidad de sol que se recibe, y la marcha en dos piernas consume menos energía que andar en cuatro patas.
Oscar de la Renta entendía las virtudes de la bipedestación en las pasarelas y pretendía que sus modelos desfilaran con gracia; por eso aconsejaba: “Camina como si tres hombres andasen detrás de ti”. Sin embargo, ante un escenario similar, el mejor consejo y lo más prudente en la actualidad sería emplear otra propiedad del bipedismo: salir corriendo…
Edgardo Moreno
Lecturas recomendadas
- Amato J.2004. On Foot: A History of Walking. New York University Press, NY. pp. 333.Johnson KL, Gill S, Reichman V, Tassinary LG.. 2007.
- Swagger, sway, and sexuality: Judging sexual orientation from body motion and morphology. J. Pers Soc Psychol. 93:321-334.
- Geary DC. 2010. Male, Female: The Evolution of Human Sex Differences, Second Edition. American Psychological Association, Washington, DC. pp.555.
No hay comentarios:
Publicar un comentario